Que una patota de corruptos con uniforme haya aprovechado el cargo para
enriquecerse con la compra de armamento defectuoso o con precios
trucados es una cosa, reprobable, inmoral, anti-patriótica.
Y por ello
merecen estos oficiales todo el deshonor posible que el país
y su
ciudadanía pueden otorgar a estos malos peruanos. Inclusive
la
degradación pública y la expulsión del instituto
armado antes de ser
recluidos en prisión y con cadena perpetua. Pero deducir de
ello que
hay que empequeñecer nuestro parque de armas y miniaturizar
a estas mismas
Fuerzas Armadas, hay un abismo de distancia. El pueblo en armas, que
es
otra forma de definirlos, son como los seguros, mejor es tenerlos y
no
necesitarlos, que necesitarlos y no tenerlos.
El Perú tiene fronteras con Chile, Bolivia, Brasil, Colombia
y Ecuador.
No hay que ser muy perspicaz como para no darse cuenta que estos
límites han sido desde siempre fuente de conflicto y salvo la
excepción del
Brasil, hemos tenido guerras con todos estos vecinos. No ha mucho,
el
traspaso chileno de los confines en el sur, representó un aviso
militar
y diplomático que este país hizo al Perú y que
denunciamos en
Liberación. Se armó un "espionaje" en la Embajada de
Chile en Lima y
todo ha quedado en nada, porque nunca fue sino una forma pública
de
expresar que hay intereses chilenos muy fuertes en juego en el Perú.
En términos militares posee el Perú enemigos potenciales
que no dudarán
en cruzar líneas fronterizas, ignorar acuerdos diplomáticos
y reírse de
lo que los señorones civiles, iguales en todas partes, acuerdan
cuando
de por medio hay el conocimiento de la debilidad militar y capacidad
mediocre de respuesta contra cualquier ataque sorpresivo y aleve. ¿No
han pensado los "genios" propulsores de la enanización de nuestras
Fuerzas Armadas en esto? Léase con atención: en 1941,
barrimos al
Ecuador, al año siguiente se acordó el Protocolo de Río
de Janeiro y
los vecinos del norte nunca han respetado el acuerdo y hubimos de pelear
en
1980 y 1996 y la última vez con resultados desastrosos para
el país.
El delincuente Montesinos, tal como se ha visto en los vídeos,
apoyó la
compra de aviones, en connivencia con gorilas perdedores corruptos,
e
ideó una justificación pretextando cualquier situación
con el Ecuador.
Y esto fue después de los acuerdos de 1998. ¡Qué
increíble! ¡Un caco
dirigiendo la política exterior del país, so pretexto
de escaramuzas
que propenderían a comprar chatarra a precios falsos! ¿Se
ha librado el
país de toda la armazón al interior de las Fuerzas Armadas
que Montesinos se
encargó de tejer en casi un decenio? Hay muchas dudas sobre
este
particular y es menester entonces un proceso de saneamiento integral.
Hay que incorporar a las Fuerzas Armadas al proceso redemocratizador.
Esto quiere decir que a los rufianes hay que castigarlos y quitarles
todo lo mal habido y aplicarles todo el peso de la punición
posible.
Pero a los que no lo hicieron y están en capacidad de seguir
prestando
servicios hay que apoyarles para que saneen a las Fuerzas Armadas,
desanuden los acuerdos y conchabos ilícitos al interior de su
institución y los soldados comprendan que su papel es de sujeción
al
poder civil y deben respeto al sistema político del juego de
poderes y
que tienen un papel fundamental cuando la integridad nacional se ve
amenazada por enemigos externos y también por enemigos internos.
Pero,
ciertamente, no como ocurriera en los 80 cuando el abuso del militar
perpetró exterminios en nuestras poblaciones de la serranía,
particularmente de Ayacucho. ¡De ninguna manera!
Y las Fuerzas Armadas tienen que demostrar vocación de cambio
y
relación con la sociedad civil. Si en la Universidad Nacional
Mayor de San
Marcos, mi antiguo profesor, el doctor Manuel Burga ha impulsado una
Comisión de la Verdad, ¿por causa de qué no pueden
las Fuerzas Armadas,
tener una institución similar que logre la tan ansiada catarsis
y
reencuentro con la limpieza patriótica que tanto necesitan?
Y para ello
tienen que movilizar a sus mejores cuadros y hacer una auténtica
cruzada demostrativa de su sana intención profiláctica.
Si las Fuerzas Armadas
siguen en el marasmo desconcertante en que están, no habremos
ganado
nada. ¡Salvo, nuevas amenazas para cualquier gobernante, cuando
las
papas quemen en el país!
El saneamiento de las Fuerzas Armadas debe ser un acto integral y
ejecutivo al interior de las mismas. Pero debe existir una trabazón
con
la sociedad civil que está en la obligación de apoyar
una acción de
esta naturaleza. El próximo gobierno tiene una misión
imprescindible:
¡devolver bríos a las Fuerzas Armadas a través
de sueldos decorosos,
armamento necesario para el equilibrio defensivo y, sobre todo, la
fe
en que estos hombres y mujeres de uniforme, también son peruanos
y que
quieren hacer patria y no golpes de Estado!
Un país con defensa armada, disuade a los aventureros de cualquier
país
vecino, a buscar cinco pies al gato, sabiendo que sólo tiene
cuatro,
bigotes y capacidad de maullar de día y de noche.
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